jueves, 22 de abril de 2010

Roberto Saviano – Lo contrario de la muerte


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¿Cómo puede la literatura asustar y generar crisis en una organización criminal como la Mafia que maneja miles de millones de euros?

A partir del éxito que supuso la publicación de Gomorra, Roberto Saviano se vio obligado a vivir con protección. Así, desde octubre de 2006, ha tenido que vivir oculto y acompañado siempre por varios guardaespaldas, cambiando frecuentemente de lugar de residencia y sin poder disfrutar de la libertad. Sin embargo, su conciencia de escritor se mantiene, y buena prueba de ello son estos dos textos que publicó en 2008 en Italia. En ellos, habla de lo que mejor conoce, el sur de Italia y en concreto Nápoles y sus habitantes. El primero, “El anillo”, sobre el asesinato de dos inocentes en Nápoles, es una reflexión sobre cómo desde fuera se condena a la gente de Nápoles, de modo que hasta las víctimas son vistas como culpables. En el segundo, “Lo contrario de la muerte”, la historia de una joven viuda de guerra, muestra una sociedad en que el ejército es una de las pocas salidas posibles, y donde “la última guerra” no es la segunda guerra mundial sino el conflicto más reciente donde ha ido una misión de paz italiana.

La literatura inquieta al crimen por cuanto desvela sus mecanismos no como un informe policial, sino de manera directa al corazón, al estómago y la cabeza. Éste es el verdadero miedo de las organizaciones criminales, que el lector llegue a sentir el problema como suyo propio, que se meta en la piel de quienes sufren esta lacra. Ya no se tratará entonces de una barbarie que ocurra allá en Nápoles, en un gulag o en Chechenia sino que será realidad en el mundo entero, y cuando la palabra comience a expandirse por él ya no se podrá detener puesto que se puede callar al escritor pero no a su aliado fundamental, el lector. Mientras el lector exista, existirá el testimonio del escritor.

“Lo contrario de la muerte” cuenta anécdotas de chicos italianos que se ven obligados a meterse en el ejército porque no tienen otra salida, que odian la guerra pero aman el combate. Han oído disparos en su calle y en el extranjero. Si no les destroza una mina quizá vuelvan a casa contaminados por uranio y con sus amigos en ataúdes, vive ahora con eso. Hombres que van con un fusil a donde se les mande y descubren pronto lo absurdo de la guerra. ¿Afganistán? desde allí escribió Enzo a Maria que “en Kabul nadie aguantaba ya más la guerra y todos querían estar tranquilos como él. Escribía diciendo que no esperaba encontrar un país tan hermoso que casi te venían ganas de irte a vivir allí y de maldecir a quien fuese que lo había dejado así“.



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